¿Es peligroso estimular a un niño Superdotado?
No es peligroso estimular a un niño
Un tópico frecuente plantea lo peligroso que puede ser estimular a un niño. En el caso de los niños superdotados esto no es cierto, lo que ocurre es que, a veces, este concepto se confunde y se expresa sugiriendo que el niño con una estimulación educativa está sobrecargado porque no tiene suficiente tiempo para jugar o ver la televisión , que es infeliz por el simple hecho de ser estimulado o que es mejor «dejarlo disfrutar libremente de su niñez» sin someterlo a métodos educativos organizados.
En primer lugar, debería cuestionarse el propio concepto de sobreestimulación. Si un estímulo es aplicado en un momento en el que el niño no está receptivo, el estímulo simplemente no tiene efecto. Si, por ejemplo, se intenta iniciar el aprendizaje de la lecto-escritura en un momento que el niño no está dispuesto a mostrarse receptivo, los estímulos se perderán y habrán sido inútiles, además de contraproducentes, pues generan el rechazo del niño a ese campo educativo concreto. Si los padres se limitan a insistir una y otra vez, pueden generar una resistencia creciente a ese campo educativo y generar un motivo inútil de enfrentamiento. Para evitar este riesgo, la estimulación educativa se debe aportar en el momento adecuado.
Realmente lo que puede generar ansiedad al niño no es una educación estimulante y bien planteada, sino la percepción de que está sometido a una presión constante o que sistemáticamente se le exigen resultados superiores a los que puede alcanzar. Para evitar el riesgo de generar ansiedad, el método educativo debe ser meticuloso en el establecimiento de los resultados que en cada fase se plantean al niño, y los padres y educadores deben ser cuidadosos con sus propias reacciones en los casos en los que los niños no los alcancen a la rapidez prevista o en el momento en el que les agradaría a los adultos que les rodean. El niño tiene que ser siempre un fin en sí mismo, y la educación, un medio para conseguir lo mejor para él. La educación del niño no debe convertirse jamás un medio para que los padres puedan vanagloriarse de las hazañas de su hijo o para que éste compense sus complejos.
Los superdotados son capaces de relacionar mejor, más rápido y mayor número de conceptos entre sí, tienen más capacidad de análisis y profundizan más la realidad que les rodea, tienen tendencia a ser más imaginativos y a ponderar más opciones antes de adoptar una decisión final, por lo que les convierte en personas más obsesivas, compulsivas y depresivas, siempre y cuando y tal como ya he comentado anteriormente no reciban asistencia psicológica en su infancia, todo ello y al contrario de lo que piensa la mayoría de la gente, les lleva a no saber afrontar y resolver los retos que les plantea la vida, condenándolos a un destino infeliz.
De todos es sabido que un niño o adulto superdotado es más consciente de la realidad que el resto de personas «normales», y que la realidad muchas veces es frustrante y que por lo tanto genera infelicidad, sino se tienen los mecanismos adecuados que se plantean en este libro: Como educar a sus hijos: pautas para un mejor entendimiento. Por lo tanto esa afirmación afecta a los lectores de este libro, sean o no superdotados.